Por fin!, la angustia acabó, para dar paso a la frustración, a la bronca contenida durante estas últimas semanas, finalmente The Strongest quedó eliminado de este certamen regionalizado. Nos colmaron de excusas para maquillar este desastre, es que el onceno centenario pocas veces pudo desarrollar en el terreno un juego atildado, con ideas que le hubiesen permitido ganar y sumar para salir de este caótico momento.
Que los arbitrajes influyeron es cierto, que los refuerzos no sirvieron para nada también; pero los responsables de esta debacle son la comisión técnica que al inicio de la temporada llenó el plantel de mediocres, algunos venían de ser suplentes en sus equipos, se contrató un gerente técnico cuyas recomendaciones terminaron siendo un fiasco, un cuerpo técnico extranjero que trajo cuatro amigos que vinieron a pasear, a conocer y a disfrutar del exótico paisaje de nuestra país, excepto uno, Carlos Salazar, a quien nunca le hicieron firmar un contrato y terminó jugando en Colo Colo de Chile.
Nunca le dieron una fisonomía, una identidad futbolística, antes dependían de lo que producía Pablo Escobar, y cuando éste se desvinculó, la escuadra pasó a ser un equipo del montón. Llegó Fontana y con las sobras que le dejaron intentó la heroica, cayeron del cielo Miró Bahía quien mostró algunos chispazos, demasiado poco fútbol para tan grande inversión y que en nada ayudó para desquilibrar la balanza frente a otros planteles que eligieron bien y cuando se equivocaron rectificaron a tiempo.
Pero la gota que rebalsó el vaso fue la contratación del publicitado goleador paraguayo Juan Ángel Paredes, quien llegó con frondoso currículum y no mostró nada, no jugó a nada, cualquier amateur de este país hubiese puesto más compromiso, más entrega, más ímpetu; entonces con lo que sobró de Redín y lo que le compraron a Fontana el panorama fue desalentador.
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Más garra, más ímpetu que otras actitudes permitieron que el hincha se sumerja en un sueño en estas semanas que ayer terminó en pesadilla.
Siempre o casi, quienes se equivocan deben tomarse cinco minutos cada mañana para reflexionar, no es pecado equivocarse, lo que no admite el perdón celestial es la tozudez de quienes armaron este equipo mintiéndose asimismo para lograr propósitos nobles que esperaba la hinchada, es cierto que falta un torneo relámpago más pero con los activos que se cuentan en Achumani es probable que la eliminación aparezca a la vuelta de la esquina, de la mano de las derrotas aparecen los genios que nos ofrecerán a cambio de la salida de los actuales directivos el sueño dorado, las victorias esperadas, los títulos que ayudan a seguir consiguiendo hinchas, esos anónimos que gritan, sufren, pero cuyas voces nunca son escuchadas.
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Los culpables de este fracaso no son los jugadores, la culpa es de los que los contrataron por buenos sin serlos, del técnico actual por permitir que le trajeran refuerzos mediocres que le fueron impuestos sin conocer la real valía de éstos, vinieron otros al parecer con mejores condiciones nadie sabe por qué los dejaron ir.
The Strongest tiene una filosofía debida, no la respetaron, quisieron cambiarla y el resultado está a la vista, el empate de ayer que los dejó afuera es anecdótico, es que los de Achumani por plantel y por desaciertos estaba condenado desde hace mucho tiempo, y lo que hizo La Paz Fútbol Club fue ponerle el punto final.
Ahora falta preguntarse cómo revertir estos acontecimientos, no se pueden traer refuerzos, más bien llegó la hora de prescindir de muchos que sobran, que no mostraron nada, que la camiseta les pesa demasiado, que son indignos de llevarla, a éstos sólo les queda la reivindicación en el último torneo para que este año del centenario, no quede grabado como el peor en materia de resultados, al margen de que los festejos del centenario según los que fueron, estuvieron espléndidos, por ello, sería bueno que se dediquen a organizar fiestas y el primer plantel se lo dejen a los especialistas.
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